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Jueves, 03 Octubre 2013 17:46

“Hay que acompañar el crecimiento de la investigación con un crecimiento de la demanda”

Con Rodolfo Gambini

La paradoja de un Estado que ha logrado desarrollar una comunidad científica relevante sin aprovechar su existencia, las oportunidades que ofrece la cooperación regional en materia de investigación e innovación, la necesidad de que el contralor de las megainversiones a la vista involucre en mayor proporción a los científicos, y de que para abordar estos desafíos haya un organismo de conducción de rango ministerial, son algunas de las ideas que Gambini argumenta en esta, la última entrevista de la serie que próximamente cerraremos con una síntesis del conjunto de los aportes. —¿Cuál es el estado actual de la investigación científica en el país?

—Uruguay ha realizado progresos realmente muy notables en materia de investigación científica y tecnológica. Si tuviera que tomar un origen me remitiría a la situación anterior a la dictadura. Hubo ciencia en el país antes de la dictadura, que fue prácticamente destruida, salvo algún reducto como el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, que se mantuvo con enormes dificultades. Esa ciencia era realizada por individuos muy destacados, sin que hubiese en el país políticas científicas, salvo dentro de la Universidad de la República (Udelar). El corte que se da en el período de la dictadura es sólo el primero de una serie que está relacionada con el hecho de que los políticos uruguayos, y en general los uruguayos, no están muy convencidos de que se pueda hacer ciencia en Uruguay, y que la ciencia que se haga en Uruguay pueda ser de utilidad para el país. A la salida de la dictadura prácticamente lo poco que existía había desaparecido. El número de científicos era de algunas decenas, en el mejor de los casos. Y se produce allí la primera creación institucional de una larga serie: la fundación del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), con el objetivo bien definido de captar a los investigadores que se habían alejado del país y de formar también nuevos investigadores. Se trata de un programa realmente muy exitoso, que fue seguido por otras iniciativas, como la creación de la Facultad de Ciencias, la creación de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (csic) en la órbita de la Udelar, y más recientemente la incorporación de nuevas instituciones de investigación (como el Instituto Pasteur de Montevideo) y la creación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (anii). También el Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (Conicyt) fue fortalecido en su momento, y de alguna forma logró que se pudiese extender a las áreas tecnológicas lo que se empezó a hacer con el Pedeciba para las ciencias básicas, por lo menos en cuanto a que tuviesen fuentes de financiamiento específicas. Este conjunto de acciones evidentemente produjo un desarrollo de las capacidades científicas del país. De esos 30 que teníamos al final de la dictadura hemos pasado a tener unos 1.500 o 2 mil investigadores, lo que constituye algo así como el 1 por mil de la población económicamente activa. Es una cifra muy pequeña, pero comparativamente el desarrollo ha sido muy rápido.

Pero no se trata simplemente de contar, se trata de mirar un poco cómo son los investigadores uruguayos. En primer lugar, la calidad de la producción científica es alta con relación a América Latina. Uruguay está entre los primeros países en materia de calidad de las publicaciones. Es además una comunidad muy integrada, muy comprometida con los objetivos nacionales. Eso está vinculado a tradiciones ideológicas de Uruguay y es algo que no se da en otros países de América Latina, donde los investigadores tienen una ubicación en cierto modo privilegiada y quieren que los dejen tranquilos hacer su ciencia. Aquí los investigadores quieren participar en el desarrollo nacional y quieren que su ciencia sea útil.

Estamos en un proceso que no se ha interrumpido. La descentralización universitaria es uno de los ejemplos recientes, con más de cien investigadores en régimen de dedicación total en el interior del país, y nuevas carreras. Esa es la situación. Se puede decir que son buenas noticias y que está claro que en Uruguay se puede hacer ciencia, pero es una actividad que siempre está sometida a riesgos muy grandes. Yo decía que no existe esa convicción acerca del valor de la ciencia. En el año 2002, por ejemplo, tuvimos una interrupción muy grande, los laboratorios quedaron prácticamente sin recursos para trabajar, pero subsistieron. Y hoy a mi entender surgen nuevos desafíos y nuevos riesgos.

—Hablemos un poco de los desafíos.

—El desafío mayor es acompañar el crecimiento de la comunidad científica con un crecimiento de la demanda de las capacidades que esa comunidad científica ha ido creando. Me parece que aquí hay un actor central, que es el Estado, que no ha tomado conciencia de lo que puede hacer la ciencia y de su rol en el desarrollo del país. Hay un conjunto de iniciativas y problemas que en este momento están empezando a encararse a nivel del país que requieren investigación científica, que requieren estudios para controlar y aprovechar las inversiones que en muchos casos vienen del exterior, y para aprovechar también las oportunidades que esos emprendimientos van a crear en un conjunto de otras actividades que los rodean. Ese aspecto debe reforzarse, y con ello debe reforzarse todo el conjunto de instituciones de contralor que existen en la órbita del Estado. Dotar a esas instituciones de un mayor componente científico y lograr que las empresas tengan asesoramientos científicos son elementos que me parecen fundamentales.

Yo comparo la situación de la ciencia un poco con la situación que ocurrió con la ingeniería. Uruguay formó ingenieros, y lo que está pasando ahora con los científicos pasó con los ingenieros. En la década del 40 el país entró en una crisis energética muy grande debido a la guerra, y decidió aprovechar sus recursos hidroeléctricos. Pero en ese momento el método tradicional de comprar en el exterior no funcionaba, por obvias razones, y Uruguay tuvo que confiar en sus ingenieros. Entonces envió a Estados Unidos a formarse a un núcleo muy selecto de ingenieros que luego fueron los que dirigieron la construcción de las represas hidroeléctricas, que fue una actividad enormemente exitosa y que de alguna manera cambió la visión que se tenía sobre las capacidades del país en materia de ingeniería. Esto no se ha dado con la ciencia. Los científicos aún están en los laboratorios y en las instituciones académicas, y no están en los lugares donde su ejercicio podría estar más vinculado con las actividades productivas o las actividades que tiendan a mejorar la situación social.

—Podría decirse que el Estado, que ha cumplido un papel muy importante en el fortalecimiento de la investigación científica en el país, no ha empezado todavía a asumir el papel que debería exigírsele que cumpliera como demandante de ciencia y tecnología.

—Exacto. Es un poco paradójico, porque se ha logrado que el Estado invierta en ciencia, pero el propio Estado no termina de aprovechar la ciencia en la cual ha invertido. Me parece que eso podría cambiar en muy poco tiempo si existiese conciencia clara de que es necesario un esfuerzo en esa dirección. Las políticas de innovación que ha tenido Uruguay han estado fundamentalmente orientadas a la innovación en las empresas privadas. Pero Uruguay tiene empresas muy pequeñas y la innovación se hace mayoritariamente a través de la adquisición de equipamiento en el exterior. De manera que innovación que merezca realmente ese nombre se da fundamentalmente en el área del software y poco más. Hay algunas innovaciones puntuales que se pueden señalar en forma prácticamente individual, pero las políticas de impulso a la innovación en las empresas privadas no han tenido el éxito que se esperaba. Esas políticas no deben abandonarse; la paciencia es uno de los elementos fundamentales en estas cosas. Pero deben estar acompañadas por otras formas de innovación que están más vinculadas a los sectores públicos. Es lo que decía antes. Si vamos a trabajar en los temas de prospección petrolera, entonces tenemos que crear un muy buen equipo de investigación para conocer la plataforma continental, para conocer la cuenca del Río de la Plata, para conocer los recursos naturales que existen allí. Seguramente hay una oportunidad de mejorar el conocimiento y el aprovechamiento, pero también hay riesgos que deben ser estudiados. Y lo mismo pasa con la minería y con otras actividades que están en vistas.

—Hubo una apuesta muy fuerte en los últimos años a la iniciativa privada, no siempre acompañada por el éxito.

—Es correcto, eso se ha dado. Se apostó muy fuertemente a la innovación en las empresas privadas, y los hechos obligaron a ir corrigiendo la situación, en un proceso de evolución donde se notó que las capacidades de respuesta en general venían del sector científico o del sector académico, que eran los que tenían más capacidad de crecimiento y de desarrollo. Y entonces se fueron adaptando algunos instrumentos. Creo que la creación de los fondos sectoriales marca un cambio positivo en el rumbo. Me parece que es muy destacable, por ejemplo, lo que ocurrió con el Fondo Sectorial de Energía (fse). El país prácticamente no tenía capacidades de investigación en materia de energía hace 15 años. Tenía capacidades vinculadas a la ingeniería, pero en todo lo que tenía que ver con recursos energéticos no tradicionales era muy poco lo que había en Uruguay. El fse apoyó fuertemente la investigación en recursos renovables y se logró que un conjunto de científicos básicos empezara a trabajar en estos temas. Esto es realmente muy interesante. Es justamente lo que queremos. Y es una cuestión que se dio, si se quiere, desde el Estado. Porque los fondos sectoriales tienen financiamiento que no proviene únicamente de la anii, proviene de allí pero también de otras instituciones. Es debido a esos financiamientos adicionales que hay una incidencia, en este caso de la Dirección Nacional de Energía, y en otros casos de otras instituciones que contribuyen a los fondos sectoriales, como el inia. Me parece que esa línea es un poco un ejemplo a seguir, donde se logra el objetivo de incorporar a la ciencia a las actividades productivas con enorme entusiasmo. Porque no hay nadie que esté siendo obligado a hacer nada. Y sin que ello signifique un compromiso de su carrera científica, porque realmente se están logrando muy buenos niveles de calidad en el trabajo y al mismo tiempo se están haciendo aportes al conocimiento de los recursos que existen en el país, por ejemplo en materia de energía solar o de energía eólica.

—Ahora que hemos visto los desafíos, podríamos pasar quizás a ver los riesgos.

—El principal riesgo está en que el crecimiento va a estar limitado por la capacidad de retención que tenga el sistema. Algunas iniciativas pueden llevar al optimismo a corto plazo con respecto a la capacidad de retención, como por ejemplo la descentralización universitaria, pero a mediano plazo las actividades académicas no pueden retener a los investigadores sin políticas más amplias. Hay temas que además no se han tocado en Uruguay. Por ejemplo los temas de la cooperación con la región. Brasil hace una inversión en ciencia que más que duplica la inversión nacional, y tiene una enorme avidez de científicos, aparte de una política de formación extraordinariamente agresiva. Nosotros no podemos competir con una potencia como Brasil. Lo que podemos hacer es participar de las iniciativas. Y Brasil tiene mucho interés y ha hecho una serie de planteos a nivel regional en temas que son de futuro: las biotecnologías, las nanotecnologías, las ciencias de la salud. Ellos tienen grandes inversiones, y Argentina está logrando en muchos casos seguirlas. Pero Uruguay es un espectador en esas cosas. Es decir, es informado, es consultado, hay interés porque tenemos buenos científicos, pero no podemos aportar recursos. Entonces simplemente miramos lo que está ocurriendo. Esto es algo central, que daría ocupación a científicos nacionales, pero que nos daría también acceso a esta gestación de futuro que se está haciendo a nivel regional.

—¿Cree usted que sea necesario modificar la institucionalidad que Uruguay se ha dado en la materia para afrontar esos riesgos y esos desafíos?

—Creo que los problemas que observábamos antes están vinculados a la falta de una buena institucionalidad. El Gabinete Ministerial de la Innovación (gmi) cumple parcialmente con la condición de ser un ámbito plural para la toma de decisiones en estos temas. Pero no cumple con el rol central que debe tener un organismo de diseño de políticas científicas, que es el de tener una mirada desde la ciencia para cada uno de los problemas que se dan en el país. Cada ministro está involucrado en sus temas y de vez en cuando le surge algo que requiere tener tal o cual insumo científico. Eso está muy bien como ámbito de consulta, pero cada vez que se toma una decisión vinculada a temas que tienen que ver con el futuro del país debemos tener al más alto nivel una visión desde la ciencia. Esa visión en este momento no existe. El diseño de políticas debe hacerse con una coherencia que en este momento no hemos logrado. El gmi no termina de cumplir esa función, y se ha producido una ambigüedad en los roles que ha llevado a la anii, que tenía el papel de ejecutar las políticas diseñadas por el gobierno, a ser la que en definitiva las diseña, lo cual no es bueno desde muchos puntos de vista. Yo he trabajado en la agencia y he percibido que si la política no empieza por ser entendida al más alto nivel, entonces es difícil que después reciba los apoyos que son necesarios con las orientaciones que son requeridas. Lo que hay, un poco, es una respuesta a demandas y una confianza que tiene sus límites. Yo no quiero ponerle nombre a las cosas, pero debe existir una instancia al más alto nivel del Poder Ejecutivo que esté dedicada a la ciencia y a la tecnología.

—¿Qué iniciativas piensa usted que debería llevar adelante el país en el corto y mediano plazo en estos temas?

—En primer lugar pienso que debería haber una iniciativa concreta para el fortalecimiento de las instituciones del Estado vinculadas al contralor. Esas instituciones tienen un funcionamiento aceptable, pero podrían mejorar mucho si incorporaran científicos. En algunos casos ya los tienen, en otros casos no. Pero tampoco hay una política deliberada más allá de la iniciativa de cada una de esas instituciones. Creo que este podría ser un elemento que permitiría cambios a corto plazo. Otro es que debería crearse un fondo especial de cooperación internacional, que es lo que yo mencionaba. Tenemos que ponernos a rueda con lo que está ocurriendo en la región y participar de esos grandes emprendimientos. Ya tenemos varios ejemplos donde los científicos uruguayos están haciendo esfuerzos muy grandes para participar, pero tienen una limitación absoluta por la carencia de recursos. Eso podría estar en la órbita de la anii, como podría perfectamente estar en otra parte. Allí hay una necesidad concreta. De alguna manera a mediano plazo, a cinco años, para el próximo período de gobierno, el país debería tener un plan de incremento de los recursos que se vuelcan en forma directa a la ciencia. Estamos en el 0,4 del pbi, pero los recursos que maneja la anii han sido prácticamente los mismos en los últimos cuatro o cinco años. Creo que plantearse el objetivo de que la inversión en ciencia y tecnología crezca en un 0,2 del pbi en un quinquenio no debería ser irreal. Y en ese sentido me parece que esto permitiría acciones como las que estamos mencionando y otras como el fortalecimiento de las formaciones de posgrado, especialmente las vinculadas a estos temas puente entre los sectores académicos y los sectores productivos. Hay algunos ejemplos muy localizados, pero hay que hacer un esfuerzo mucho mayor. El país tiene áreas carentes en las cuales tiene que hacer un esfuerzo de desarrollo importante. Es el caso de la geofísica, por ejemplo. Uruguay prácticamente no tiene geofísicos. Cuando se habla de geofísica en Uruguay se habla de una persona, que es todo lo que ha habido en los últimos diez o quince años, y antes posiblemente nada. Es un área que está totalmente por desarrollar, sobre todo si vamos a hacer prospección petrolera o vamos a hacer fracking (fractura hidráulica), que son actividades enormemente demandantes de tecnología y que involucran también riesgos muy grandes, es decir, que necesitan conocimiento y necesitan estudios. Entonces es evidente que hay que fortalecer un área como la geofísica en el país. Es sólo un ejemplo. Hay mucho más para hacer.

Rodolfo Gambini

Doctor en física. Profesor titular de la Universidad de la República. Investigador del máximo nivel del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba). Investigador del máximo nivel del Sistema Nacional de Investigadores. Es uno de los científicos uruguayos más reconocidos en el país y en el extranjero. Recibió el gran premio a la labor intelectual que otorga el Ministerio de Educación y Cultura en el año 2012. Es presidente de la Academia Nacional de Ciencias y ha ocupado los principales cargos de gestión en casi todas las instituciones científicas del país.

Hay que revisar el PENCTI

—¿Piensa usted que hay que hacer algún otro cambio en el diseño institucional del entramado de la ciencia, la tecnología y la innovación en el país?

—Quizás el tema más importante es el del cambio de la institucionalidad al más alto nivel del Estado. Pero si tenemos un ministerio de ciencia y tecnología va a ser necesario revisar también los planes actuales. Nosotros tenemos un Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (pencti) que fue creado en situaciones donde todavía no había madurado demasiado el conocimiento del funcionamiento del sistema. Es necesario un rediseño de los planes con una visión de largo plazo y con una visión de país que no podría hacerse si no tenemos primero la institucionalidad.

Con la experiencia adquirida en estos años estamos en condiciones de tener un plan mucho más adecuado y mucho más concreto en los objetivos. No quiere decir esto que la concreción signifique el sacrificio de lo no vinculado directamente a esos objetivos. El plan debe ser concreto pero debe entender cómo funciona un sistema científico. El sistema científico tiene una amplia base y tiene que tener algunos objetivos a los cuales apuntar.

Modificado por última vez en Viernes, 04 Octubre 2013 12:09